jueves, 23 de marzo de 2023

Seamus Heaney



Premio Nobel de Literatura 1995

La poesía de Heaney, desde sus comienzos en Muerte de un naturalista (1966), está anclada en los contextos físicos y rurales de su infancia. A medida que se desarrolla su obra, esos escenarios se convierten en el foco de una búsqueda arqueológica de los mitos e historias que han contribuido a configurar la violenta situación política de Irlanda del Norte, que sólo ha tratado abiertamente en Norte (1975). La obra de Heaney muestra una gran flexibilidad rítmica, pero es sobre todo la intensidad de su lenguaje, que contrasta con el silencio de las gentes que describe, lo que la ha hecho famosa. Otros libros suyos son: Puerta a las tinieblas (1969), Huyendo del invierno (1972), Trabajo de campo (1979), Isola stazione (1984), La linterna del espino (1987) —que contiene un soneto-secuencia de elegías a la muerte de su madre—, Viendo cosas (1991), elegías a su padre, El nivel espiritual (1996, premio Whitbread), Luz eléctrica (2001). Seamus publicó en 2000 una traducción al inglés moderno del poema épico anglosajón Beowulf que se convirtió en un auténtico best seller en el Reino Unido y en Estados Unidos y por la que recibió nuevamente el premio Whitbread.
Wikipedia


‘Desde la República de la Conciencia’

Este poema del Premio Nobel de Literatura Seamus Heaney, 'Desde la República de la Conciencia' ('From the Republic of Conscience', publicado en 'The Haw Lantern', 1987), inspiró el Premio "Embajador de Conciencia" creado por Amnistía Internacional para galardonar a quien se distinguiera por su liderazgo a favor de la protección y promoción de los derechos humanos.

En 2006 lo recibió el que fuera el preso político más famoso del mundo durante el apartheid y posteriormente Presidente de Sudáfrica, Nelson Mandela.

Como quiera que el poeta irlandés se había inspirado en el líder sudafricano para escribir el coro más conocido de su poema 'The Cure at Troy' ("and hope and history rhyme"), cuando Seamus Heaney felicitó a Mandela por el Premio 'Embajador de Conciencia', declaró:

"Haber escrito un verso sobre 'la esperanza y la historia' dedicado al señor Mandela en 1990 es una cosa. Que el hombre que hizo que rimaran la esperanza y la historia acepte el premio inspirado en un poema mío es otra muy distinta."

I
Cuando aterricé en la república de la conciencia
y los motores se callaron, era tal el silencio
que pude escuchar el canto de un pájaro por encima de la pista.
El funcionario de inmigración, un hombre viejo,
extrajo una billetera de su abrigo tejido a mano
para mostrarme una fotografía de mi abuelo.
La mujer de la aduana me hizo declarar
las palabras de nuestros tradicionales rezos
contra el mal de ojo y de nuestros remedios para la mudez.
No hubo ningún portero. Ningún intérprete. Ni un taxi.
Uno llevaba su propio bulto y muy pronto desaparecían
los síntomas del recién adquirido privilegio.

II
Allá la neblina es un agüero temido, mas los rayos
anuncian la bonanza universal y los padres, durante la tempestad,
cuelgan a sus infantes en los árboles.
Su mineral precioso es la sal. Y ponen conchas marinas contra el oído
a la hora de los nacimientos y de los entierros.
Todos los pigmentos y tintas tienen por base el agua del mar.
Su símbolo sagrado es una barca estilizada.
La vela es una oreja y una pluma inclinada, el mástil.
El casco tiene forma de boca, la quilla es un ojo abierto.
Al asumir sus cargos, los funcionarios públicos
deben jurar su defensa de la ley no escrita, llorar
de vergüenza por atreverse a ocupar sus puestos
y afirmar su convicción de que la vida nació
de sal en las lágrimas derramadas por el Dios-del-cielo
cuando soñó que su soledad era infinita.

III
Regresé de aquella república frugal
con los dos brazos de igual tamaño, pues la aduanera insistía
que uno mismo representa el límite de los recursos permitidos.
El viejo se levantó, me miró a la cara y declaró
que en eso consistía el reconocimiento oficial
de que ahora disfrutaba de la doble nacionalidad.
Quiso por lo tanto que yo, al llegar a casa,
me considerara un representante de ellos
y que, usando mi propia lengua, hablara en su nombre.
Tenían embajadas, dijo, en todas partes, pero que cada una operaba independiente
y ningún embajador sería retirado jamás.


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