martes, 5 de junio de 2018

Libro: Cuentos de Hadas Celtas

Cuentos de hadas celtas
gnomos, elfos y otras criaturas mágicas

Selección y traducción de Roberto Rosaspini Reynolds
2004 - sexta edición
(Ediciones Continente, Argentina)

Las tradiciones celtas vienen tiñendo la esencia misma de lo que se conoce como cultura occidental, desde hace más de 4.000 años. Sin embargo, aquellas antiguas costumbres y leyendas se habrían esfumado para el mundo actual si no se hubieran transmitido oralmente, al menos hasta la Edad media, en que fueron recogidas por los monjes cristianos, aunque deformadas por la fábula, el mito y las fantasías del recopilador.
  
Entre los cuentos de la rica tradición celta incluidos en este volumen, se destaca la intervención de los elementales, seres preternaturales asociados con lugares y ocupaciones específicas, de apariencia similar a la humana, pero más pequeños y dotados del poder de la magia (hadas, gnomos, elfos, nereidas, sirenas, leprechauns), que poblaban (y quizás aún pueblen) los bosques y las praderas irlandesas, galeses y escoceses. En esta oportunidad, nos hemos limitado a hacerle llegar la lector sólo los relatos, despojados de sesudos análisis históricos o literarios, con el único propósito de que los disfrute. Si al leerlos, asoma a la mente adulta el agridulce y sutil regusto de la infancia, sin duda habremos logrado nuestro objetivo. 

Introducción

El término "hada" deriva del latín fatum, término que define al destino. El vocablo se transformó posteriormente en el francés fée, del que nacen las palabras inglesas fey y fairy, y que en español dio origen al adjetivo feérico, poco difundido, que alude a todo lo "relativo a las hadas". El vocablo anglosajón fairy (hada), como así también muchas de sus traducciones a otros idiomas, tiene un significado mucho más amplio que su traducción hispana, ya que involucra a todos los seres elementales, masculinos o femeninos, que componen la familia de la "gente pequeña" o, como también se la conoce, "gente menuda", "buena gente", "vecinos olvidados" y muchos otros nombres. En esta ocasión, sin embargo, para unificar criterios respecto de los géneros gramaticales, hemos decidido utilizar el término "hada" para las entidades femeninas (sirenas, elfinas, brujas, ondinas, banshees, etc.), y "elfo" para las masculinas (duendes, gnomos, murrughach, silfos, pookhas y demás).

Ya Shakespeare, en su inolvidable Sueño de una noche de verano, separó las hadas de los elfos; las primeras mantienen en forma constante una apariencia humana, aunque pueden desplazarse por el aire —con alas o sin ellas—, y su tamaño suele variar entre unos pocos centímetros hasta la estatura humana o más; los elfos, por su parte, están divididos en varias especies. Sin embargo, existe una característica invariable para toda la "gente pequeña": no son ni malos ni buenos; son criaturas extrañas, con principios éticos y valores (si pueden llamarse así) diferentes de los de los seres humanos, y pueden o no aceptarnos en su círculo. Poseen un poder mágico incomprensible para los hombres; son el poder y la inspiración, pero no piensan ni sienten como los humanos, y eso los hace encantadores algunas veces, y nefastos al minuto siguiente.

Otro de los inconvenientes que se presentan en la recopilación de estas leyendas antiguas, es la gran diversidad de versiones que existen de cada una de ellas. Como ejemplo podemos mencionar "Las hadas de Knockgrafton", de la cual existen versiones tituladas "Los duendes de Knockgrafton", en la que las hadas son reemplazadas por gnomos, e incluso hay una interpretación mejicana, donde las gibas de Lushmore y de Jack Madden han sido sustituidas por monedas de oro.

Pero estas divergencias dan lugar a una cuestión aún más preocupante: si en pocas décadas las leyendas se han modificado tanto, ¿cómo serían las leyendas originales, y cuáles fueron las innovaciones introducidas en más de diez siglos de transmitirse oralmente de generación en generación? Y aún hay otro punto importante a tener en cuenta: los principales recopiladores de las leyendas irlandesas y galesas del medioevo fueron clérigos cristianos y fhillids —bardos y druidas convertidos en monjes católicos—, cuya función primordial era neutralizar y desmembrar el sistema religioso pagano de los pueblos celtas.

Para obviar estas diferencias, en esta selección hemos incorporado, salvo raras excepciones, cuentos recopilados previamente por el poeta irlandés William Butler Yeats; entre las excepciones podemos mencionar "Koomara, el murrughach" y "El gaitero y el leprechaun", rescatados del olvido por Joseph Jacobs; "La larga vida de Ossyan", una antigua leyenda celta incluida en el ciclo literario de Finn McCumhall, o Ciclo Fenniano, y "Los duendes de Cova da Serpe", un relato del folklore gallego, originario de la región de La Coruña, antiguamente parte de la Bretaña Armoricana habitada por los celtas ibéricos. Es preciso aclarar también que, dada la diversidad de las fuentes disponibles, las traducciones se han adaptado para mantener un estilo homogéneo pero conservando, dentro de lo posible, aquel en que fueron narradas y posteriormente recopiladas.

Respecto del contenido de este libro, hemos incluido en él cuentos y leyendas protagonizados por distintos tipos de hadas y elfos, en un intento de mostrar las costumbres más características de cada uno de ellos en sus relaciones con los seres humanos.

Entre los protagonistas integrantes de la "gente pequeña" se incluyeron seres bonachones y queribles, como "Koomara, el murrughach" y el sith de "La bella Janet y el príncipe sith"; otros de humor variable, como "Las hadas de Knockgrafton" y "Elidor y los elfos de St. Davis", algunos decididamente malos, como "Los duendes de Cova da Serpe" y "El hijo del rey de Erín y el rey de los silfos" y, finalmente, algún elemental, víctima de la maldad de los seres humanos, como "La trucha blanca de Lough Feaagh". Completan esta selección "El pookah de Offaly", un gnomo servicial transformado en asno; "Guilla na brâkon an gour y la princesa triste", un cuento extraído de una recopilación de Thomas Crofton Crocker del año 1825, y "Cormac McArt en el reino de la magia", que narra un episodio de la vida de este gran rey de Erín.

Para finalizar este prólogo, queremos aclarar que nuestro único y humilde propósito al realizar esta selección de relatos, de autores desconocidos y hace ya siglos desaparecidos, ha sido que el lector pueda disfrutar de ellos, y no encontrarse frente a un sesudo estudio antropológico-literario. En esta ocasión, al menos, nos negamos terminantemente a analizar las estructuras sintácticas y otros componentes de los cuentos, como si estudiáramos el cráneo de un hombre de Neanderthal; los mágicos relatos de la "gente pequeña" deben ser saboreados, no disecados.

Y por esa razón, no emplearemos ninguna de las nuevas técnicas de la imagen, sino la parcializada visión de los niños y los soñadores, a los que no les preocupa demasiado el futuro. Tampoco utilizamos grandes bases de datos institucionales, sino el amor de poetas como Yeats y Jacobs por las tradiciones de sus tierras natales.

Para ello, reflotemos nuestros más vividos recuerdos de la infancia, y recitemos una vez más la frase inolvidable:

HABÍA UNA VEZ...




2 comentarios:

PEMM dijo...

Fantastico post,te felicito de veras...
Un placer pasarme por aqui.

Manuel Velasco dijo...

Si te gusta el tema feérico, mira en otro de mis blogs: http://lamemoriadelviento.blogspot.com/search/label/fairy